- Ataque al corazón: el estrés o la ansiedad excesiva por sí solas no pueden dar lugar a ataques al corazón, son factores que pueden aumentar el riesgo de infarto pero sólo en personas en situación de riesgo coronario (sobrepeso, sedentarismo, dieta grasa, ….)
- Perder el control: en el peor de los casos la persona escapa de la situación hacia un lugar seguro pero eso no es perder el control, sino todo lo contrario, ante un peligro percibido real o imaginario la persona conserva la capacidad de pensar y actuar cara a ponerse a salvo.
- Desmayarse: para desmayarse debe haber una bajada del ritmo cardíaco y de la presión sanguínea precisamente lo contrario de lo que ocurre en un ataque de pánico. La sensación de mareo se debe al descenso de sangre que llega al cerebro que nos hace sentir mareados.
- Asfixiarse o ahogarse: cuando estamos ansiosos respiramos más rápido para dar más oxígeno a nuestro cuerpo para huir o luchar ante el peligro, al no hacer nada de eso estamos sobrerrespirando con lo cual disminuimos el anhídrido carbónico en sangre y reducimos la actividad refleja del cerebro de respirar descendiendo la frecuencia respiratoria y teniendo el efecto paradójico de falta de aire.
- Volverse loco: la locura se relaciona con pensamientos y lenguajes incoherentes, sin sentido, delirios y alucinaciones, se desarrolla de forma gradual, no aparece de repente y suelen aparecer los primeros síntomas en la adolescencia.
- Sufrir un colapso: las personas poseemos dos sistemas nerviosos, el simpático que se encarga de activar el cuerpo y el parasimpático que se encarga de impedir que el simpático sobrecargue los nervios enviando órdenes de desactivación.
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